domingo, 7 de diciembre de 2008
España: La Agencia Tributaria entra 2 veces al dia en su vida
"La Agencia Tributaria entra en su vida dos veces al día", articulo muy interesante publicado el 06-12-08 , por J. J. Marcos en Expansion (www.expansion.com):
No descansa ningún día del año. No tiene ninguna hora libre. Todos los días procesa 80 millones de datos y transacciones económicos. Es el Gran Hermano fiscal, la red informática de la Agencia Tributaria (AEAT), un referente a nivel mundial en la lucha contra el fraude.
Dado que en España hay algo menos de 42 millones de contribuyentes (incluyendo grandes empresas y actividad aduanera), todos los días cualquiera de los pagadores a la Administración aparece dos veces en estos ingenios informáticos. No es de extrañar que a las máquinas y aplicaciones de Hacienda las bauticen con nombres de conquistadores.
Una de ellas, Orellana, aglutina en un solo punto todas las conexiones de Internet de la AEAT y hace que, hasta la fecha, sea una de las pocas administraciones que nunca ha sucumbido a un ataque hacker. No está muy claro lo que pensaría el aventurero extremeño de esta aplicación pero, gracias a su protección, Hacienda no descansa.
Es la primera administración del mundo que asume la información del IVA mensualmente
Durante la jornada laboral, las operaciones suelen ser las habituales: declaraciones de la renta, consultas, domiciliaciones fiscales... Después, la máquina realiza cruces de información en busca del fraude. No para. Realiza unas 12.000 de estas investigaciones al día. Cada vez más ajustadas.
Y es que el Gobierno ha adquirido ordenadores que dan titubeantes pasos en la inteligencia artificial. El sistema aprende, busca pautas de comportamiento en las personas que no declaran correctamente y afila sus inspecciones. Para ello, cuenta con datos de tarjetas de créditos, compras de activos, amarres de barcos, matriculaciones de coches y un interminable etcétera.
La AEAT también se ha pertrechado con una serie de robots que aceleran el tiempo de respuesta a tiempos que fraccionan en mucho el segundo.
La sede central de todo este entramado está ubicada en la calle Santa Magdalena de Madrid. Los 3.000 metros cuadrados de la tercera planta actúan como un cerebro de dimensiones titánicas desde donde se controla a unos 26.000 funcionarios de 500 oficinas distribuidas por toda España.
El edificio cuenta con protecciones sorprendentes. Recibe suministro de dos compañías eléctricas diferentes, con dos conexiones telefónicas separadas. "Hay que evitar el efecto excavadora", señala el subdirector de Explotación de la Agencia, José Luis Arufe, en referencia a accidentes y averías externos.
Además, la instalación tiene conexiones constantes y seguras con todas las entidades financieras, las administraciones con relación con los tributos y las aduanas, entre otros. Más aún, a 20 kilómetros, hay una réplica exacta de los ordenadores de la Agencia para que no se pierda información alguna.
En total, Hacienda acumula 3.500 millones de datos de sus contribuyentes. La información almacenada es la de unos 1.000 terabytes, una unidad de medida que viene del griego tera (monstruo) y que equivale a 10 elevado a la duodécima potencia. "Es como 400 millones de volúmenes de biblias que caben en menos de una habitación", estima Arufe.
Esta cantidad se va a ver exponencialmente aumentada. La caída en la recaudación que ha traído consigo la casi recesión española ha hecho que la inspección del fraude recobre importancia. El Fisco tendrá que controlar, por ejemplo, todos los depósitos en efectivo de cualquier entidad financiera a partir de 3.000 euros. La cantidad de información generada es imponente. Sin embargo, en la AEAT la desdeñan. "Lo que nos preocupa es la devolución mensual del IVA", añade el responsable informático de la Agencia.
Esta nueva operación, que aseguran que ningún país del mundo se ha atrevido a realizar, requerirá que se analicen un máximo de 17.000 millones de facturas al mes. Hacienda afirma que está preparada. "Es como en El Principito, somos una boa que se puede tragar un elefante", teorizó. A fin de cuentas, según las estimaciones de su personal, cada año la cantidad de información aumenta a un ritmo del 30%.
Desde la AEAT consideran que el grado de eficiencia alcanzado no es cuestión de la inversión de un año puntual, sino del acumulado desde finales de los años 70 en este sentido. De momento, se grata de la Agencia con mayor presupuesto del Gobierno. Para 2009 tiene dotados 1.208,98 millones. Eso sí, un 3% menos que en el presente ejercicio.
También tiene previsto el traslado de la sede a un edificio exclusivo, diseñado ex profeso para albergar este tipo de maquinaria pesada. La idea era que el traslado fuera en 2012, aunque "ahora, con la crisis, no se sabe", añade Arufe.
Menos personal, más recaudación
Los esfuerzos de la Agencia Tributaria contra el fraude se centran cada vez más en las grandes tramas, según destaca la última memoria del organismo, donde se detecta una reducción de la plantilla en 82 personas. La memoria constata que las inspecciones de contribuyentes investigados por los mecanismos selectivos tradicionales han pasado de 33.150 a 25.670. De este modo, las grandes tramas distraen el Gobierno del control de los asalariados (ver EXPANSIÓN del 13 de septiembre).
Al mismo tiempo, al defraudador detectado se le impone mayor cantidad de multas, al menos según los datos de la cantidad económica recaudada. Para 2009, la previsión que tiene la AEAT es la de recaudar 5.900 millones, un 3% más, aunque estas cifras se dieron antes de que el Gobierno aprobara las nuevas medidas antifraude.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
A propósito de un sistema de tributación global
ResponderEliminarPublicado el 08-01-10 , por Juan José Rubio Guerrero en Expansion:
En los últimos meses y, especialmente, a raíz de la crisis financiera internacional y de la conferencia de Copenhague sobre el cambio climático se ha abierto un interesante debate sobre la posible articulación de mecanismos fiscales tendentes a reducir las turbulencias financieras internacionales y/o financiar los programas vinculados a la lucha contra el cambio climático.
Todo ello ha contribuido a ‘desempolvar’ las ideas sobre sistemas de tributación global en el ámbito de una Hacienda Pública Internacional. Existe una multiplicidad de cuestiones y problemas que se plantean cuando tratamos de implementar esquemas de tributación global como instrumento de política fiscal internacional. Voy a tratar de resumir los aspectos más importantes que, desde un punto de vista de administración, deberían resolverse:
- La tributación global sólo podrá beneficiarse de un estatus legal a través de acuerdos multilaterales, dentro de lo que denominaríamos un proceso de armonización fiscal global. En este sentido, cada participante debería gestionar los impuestos hipotéticos a través de su propia administración tributaria, sobre la base de unos tipos impositivos acordados a nivel global y con una planificación fiscal preestablecida a nivel multilateral. Cada Estado signatario transferiría una parte predeterminada de la recaudación a una organización internacional que se encargaría de la financiación de programas internacionales de desarrollo o medioambientales.
Este procedimiento, en principio, no exige cambios sustanciales en la legislación internacional y evita los siempre problemáticos expedientes de cesión de soberanía nacional que la consideración de una autoridad fiscal global exigiría. La experiencia comunitaria en la UE nos permite confirmar que los Estados se suelen mostrar celosos a la hora de ceder su soberanía fiscal.
En cualquier caso, una administración tributaria global sería necesaria para coordinar las actuaciones de las autoridades nacionales, así como controlar, supervisar y gestionar las recaudaciones procedentes de cada Estado miembro.
En este sentido, los críticos de la tributación global suelen tener cierto reparo sobre el tipo de institución que debería supervisar y gestionar la aplicación de los fondos desde una perspectiva global. Una administración tributaria global debería evitar comportamientos excesivamente burocráticos y, especialmente para no cuestionar su credibilidad, posibles corruptelas.
Segunda parte del articulo sobre fiscalidad global o internacional:
ResponderEliminarUn sistema de administración tributaria internacional debe implantarse de manera que existan garantías suficientes de que los dineros van a ser gestionados eficientemente, van a ser protegidos contra cualquier comportamiento deshonesto y cuidadosamente auditados por las autoridades de control competentes con el fin de garantizar una óptima utilización de los fondos públicos en la mejor tradición de servicio público. Probablemente, sería necesario promover nuevas instituciones económicas con el fin de gestionar las políticas fiscales globales para evitar las sospechas asentadas en ciertos estados, si la política estuviese ligada a las actuales instituciones económicas internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
- Las principales propuestas de tributación global consideradas, como los impuestos medioambientales o sobre las transacciones financieras internacionales, cumplen con los principios impositivos de suficiencia financiera, de coste-eficacia y de facilidad de implementar y administrar. Por ejemplo, algunas fórmulas de la conocida como ‘Tasa Tobin’ serían sencillas y eficientes, ya que podrían ser gestionadas a través de programas de ordenador instalados en un pequeño número de bancos e instituciones financieras.
Otros impuestos, como el impuesto sobre CO2, que son más complejos, podrían ser introducidos a través de un período de transición más o menos largo. En todo caso, nos podemos encontrar con algunos Estados que tengan dificultades con la implementación de estas figuras. Sin embargo, un sistema fiscal internacional bien perfilado permitiría, en caso necesario, la provisión de asistencia técnica internacional en situaciones en las cuales las autoridades nacionales tengan problemas a la hora de implantar o gestionar estos impuestos.
Aplicación universal
Sin duda, la imposición global funcionaría mejor si se exige y aplica a nivel universal, por cuanto se podrían minimizar los costes de la posible elusión fiscal internacional y los efectos free-rider (beneficiarios gratuitos). Sin embargo, este requisito no sería absolutamente necesario, al menos, en una primera fase de implantación. Cualquier régimen tributario global debe incorporar al mayor número de Estados posible, comprometidos con el proyecto y los objetivos globales.
A propósito de un sistema de tributación global o fiscal internacional. Tercera parte:
ResponderEliminarEstos países, no obstante, deben operar con un criterio abierto con el fin de permitir sucesivas incorporaciones o integraciones, logrando que aquellos países reacios en un primer momento tengan la puerta abierta para comprometerse y unirse al proyecto en fases sucesivas. Las razones para este proceso de incorporación gradual pueden ser múltiples y variadas: la presión social de los ciudadanos nacionales, las penalizaciones implícitas, o explícitas, a los no participantes en el proyecto, los beneficios generados por la aplicación de los fondos globales resultantes...
Es evidente que la aplicación de un régimen fiscal de esta naturaleza, tan complejo y con un impacto tan relevante sobre la población mundial, debe ser introducido con precaución. Sería razonable comenzar el camino con impuestos sencillos y con tipos impositivos reducidos, para, progresivamente, incorporar elementos de mayor complejidad técnica y/o tipos impositivos más exigentes para profundizar en los efectos económicos y sociales buscados. Un proceso de implantación planificada con un criterio de prudencia podría evitar errores críticos en su implantación y abortar el proceso.
Sería, también, aconsejable desarrollar mecanismos de retroalimentación con el fin de introducir modificaciones e incorporar algún tipo de medida normativa o financiera para favorecer a aquellas personas que puedan verse directamente afectadas por la aplicación de este régimen fiscal. Por ejemplo, deberían articularse algunas categorías de exenciones y bonificaciones (beneficios fiscales) con el fin de evitar ciertos efectos negativos derivados de su implantación, o la creación de algunos fondos de compensación transitorios para ayudar a aquellas personas o países más vulnerables, o que tengan menor capacidad de adaptación al nuevo entorno fiscal.
Desde una perspectiva universal, en ausencia de una política presupuestaria definida a este nivel y de instituciones democráticas globales que permitieran definir prioridades de gasto público a nivel internacional, las ventajas de establecer impuestos finalistas vinculados a objetivos económicos y sociales específicos superan, con creces, las desventajas.
Parece razonable pensar que, durante una fase inicial del proyecto, debamos considerar la definición de un paquete de programas de gasto prioritarios vinculados al desarrollo económico y medioambiental con el fin de destinar directamente a ellos la financiación obtenida.
A propósito de un sistema de tributación global o fiscal internacional. Cuarta parte:
ResponderEliminarAdemás, el concepto teórico de ‘bienes públicos globales’ desarrollado a partir de los nuevos enfoques académicos que se derivan de la Hacienda Pública internacional ofrece un soporte teórico para la aplicación de los impuestos globales que merece la pena ser explorado y desarrollado en este momento histórico. Este concepto fundamenta un marco de referencia intelectual a partir del cual comprender que los mercados internacionales no proveen, ni pueden proveer, todos aquellos bienes y servicios que demanda una sociedad global moderna y con vocación de incrementar el bienestar mundial.
Los bienes públicos globales se vinculan a elementos tan relevantes como la sostenibilidad del medio ambiente y su interrelación a nivel mundial, el desarrollo de sistemas eficaces de provisión pública de la salud y la educación a nivel mundial, o el compromiso para mantener la paz mundial a través de misiones de interposición, control y ayuda humanitaria con un perspectiva universal.
Bienes públicos y carga fiscal
Para hacer frente a estos bienes, los ciudadanos del mundo tienen que ser conscientes y aceptar una cierta carga fiscal vinculada a estos objetivos, pero también es necesario crear instituciones políticas y económicas eficientes que respondan, sin suspicacias, a esta aspiración colectiva.
En conclusión, los impuestos globales tienen importantes efectos de política fiscal: reducción del calentamiento global, limitación de la especulación en los mercados financieros internacionales, disminución de la polución de los océanos o recorte del comercio de armas.
Pero lo más importante, estos impuestos pueden y deben ayudar a recortar las desigualdades económicas mundiales a través de procesos sólidos de redistribución de la renta y la riqueza, ayudando a las cohortes de desheredados del mundo a escapar de la pobreza. Esta redistribución podría seguir los mismos patrones que los sistemas fiscales nacionales incorporaron al acervo de la Hacienda Pública hace más de un siglo. Esto supondría, en una fase avanzada, la creación de instituciones fiscales internacionales y, tal vez, una agencia de administración tributaria mundial.
Catedrático de Hacienda Pública, UCLM
Foro Independiente de Analistas Fiscales